7 de septiembre de 2014

Crónica del The Night Of The Beast Festival, Sala Taboo (Madrid), 6/09/2014


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Prometía calidad esta velada, y es que el hecho de que un grupazo inglés como es XII Boar venga a telonear a dos bandas españolas dice mucho del cartel de este festival y del nivel musical que tenemos en este país, a pesar de su generalizada infravaloración.


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El primer grupo que tocó (con más de media hora de retraso, lo que lógicamente tuvo su repercusión en el horario de todo el festival) fueron los madrileños Forced Rejection: una contundente amalgama de groove metal con rock sureño y stoner que ya he tenido el placer de ver en ocasiones anteriores. A pesar de la demora del concierto, el público fue algo escaso en los primeros temas, aunque fue acrecentándose a medida que el directo se desarrollaba. La ejecución y la musicalidad de estos chicos salvaron el socavón de un sonido que no les hizo demasiada justicia, con una guitarra (la de Ody) con el volumen más bajo que la otra (Héctor) y un bajo un poco más alto (valga la paradoja) de lo conveniente. Por encima de estas pequeñeces, Forced Rejection derramaron sobre los asistentes un directo sobresalientemente perpetrado, con solos arrebatadores, unas melodías de voz a lo Down perfectamente desgarradas por la garganta de Cantero, y la arrolladora línea rítmica sostenida por la batería de Pirulo y el bajo de Julio. Todo un abuso.

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Les siguieron Taser, un grupo difícil de catalogar, tanto por la mezcolanza de estilos que supone, como por el sonido tan poco definido con el que contaron. El vocalista era todo un portento a los melódicos limpios, aunque tampoco es que se quedase atrás cuando de gritar rasgado se trataba, y fue el elemento que mejor se escuchó de todos, seguido por un bajo y una batería complejos e impactantes, y una guitarra de la que, sintiéndolo mucho, no se entendía gran cosa (¿tan difícil sería subir un poco el volumen?). Los géneros por los que se movía este grupo eran el groove y el sludge/stoner, con una curiosa y marcada influencia de estilos más modernetes como el mathcore (de hecho la puesta en escena del guitarrista, en posición de cangrejo, recordaba más a un grupo de esta última índole, y el propio baterista llevaba una camiseta de The Dillinger Escape Plan) que a mi me pareció muy resultona, como buena apuesta por la innovación musical que son.

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Los siguientes, Mothersloth, fueron los más tranquilos del festival. Su sonido era más lento y definido, alternando continuamente entre el sludge y el stoner. Me llamó la atención cuando uno de los guitarristas dejó de lado su instrumento en un momento dado, para pasarse a tocar un Theremin durante unos cuantos compases, añadiendo un toque más de neurotismo a su directo. Las partes de voz fueron escasas y con menos protagonismo que en las bandas anteriores.

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Era el turno de los XII Boar, un grupo que, pese a ser sólo tres, repartió caña de principio a fin, en una espiral de frenetismo y desfase ‘made in England’. El alcohol corrió tanto por los miembros del grupo como por el público (fue el bajista Adam el encargado de brindar chupitos directamente de una botella de whisky a la boca de todo aquel que se arrimara al escenario) al ritmo que tocaban temas de rock sureño plagado de toques de estilos más bestias como el thrash o el hardcore punk. Los pogos se desencadenaron ya en el primer tema, y no hicieron más que crecer hasta la apoteosis del final del concierto, en el que miembros del público y de Forced Rejection se subieron a las tablas para animar el show codo con codo con los músicos anglosajones. Fue sin duda el directo más divertido de la noche.

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Tocaba cambiar el chip para recibir a El Páramo, un veterano grupo de stoner/rock psicodélico instrumental con un sonido envolvente y atmosférico que logró separarnos la mente del cuerpo y hacernos divagar aquélla por las ondas que emitían sus instrumentos. Las melodías de las guitarras crearon un ambiente sonoro que fue para los oídos lo que el ácido para la percepción visual, construido sobre unos graves armoniosamente corroborados por el bajo. El despliegue de musicalidad más técnico que vi en ese grupo (y en toda la noche) fue la del baterista, un fenómeno con las baquetas que nos dejó alucinados a los que le presenciamos, y que fue el encargado de terminar el concierto mientras sus compañeros fueron poco a poco abandonando los instrumentos, mientras él mantenía, por unos compases más, un fantástico ritmo plagado de rudimentos. Musicalmente, El Páramo fue el grupo que más me impactó en esta noche de las bestias.

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Y por último tocaron Horn Of The Rhino, el grupo con más caché del festival, aunque el público estaba ya cansado y solo respondió físicamente ante las partes más aplastantes con las que cuentan estos titanes del sludge. Comenzaron con el single de su segundo disco, “Grengus”, un tema cañero y cargado de peso, adecuado para el inicio del directo. Los tres músicos de los que se compone el grupo dieron un concierto largo y cargado de una pesada lentitud, transmitida por unos riffs graves y paulatinamente ejecutados. La voz fue lo más sobresaliente del espectáculo que se dieron estos vascos. Aunque igual se hizo algo pesado para algunos, fue toda una orgía para los oídos de aquellos amantes del sludge y del doom que les presenciaron; chapeau!




Texto y fotos: Rafael Aritmendi López

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