El evento, puntual, comenzó
a las 19:30 con Miasmal, un grupo de
death metal al estilo de la vieja escuela. Su sonido fue bastante definido y
potente, y, aunque la sala Caracol no estaba aún demasiado llena, tuvieron una
buena acogida entre los que llegaron temprano. Sus riffs eran crudos y oscuros,
sin demasiada complicación ni ida por las ramas, y la reguliforme estructurización
de los temas giraba en torno a compases predecibles de skanks y blast beats.
Entretenidos de ver y dignos de telonear grupo que tocaba justo después (nada
menos que Exhumed), Miasmal llevaron a cabo un eficiente concierto de media
horilla.
Exhumed
subió de categoría el nivel de la noche en seguida. La agresividad que
desprende este grupo se remonta ya a su primera demo del 92,
característicamente deathgrindcoreta, desde la cual han ido emergiendo y consolidando
un estilo que hoy en día todavía da que hablar. Sin ir más lejos, el año pasado
sacaron a la luz su último álbum, Necrocracy,
fiel a su estilo de siempre, que cuenta con muy buenas críticas en el mundillo
del metal extremo. Su setlist contó con temas de este disco, como el homónimo
“Necrocracy” o “Coins upon the eyes”, así como otras canciones más clásicas
como “Decrepit crescendo”, “Limb from limb” o “Torso”. Cabe destacar la
acusadísima melopea que llevaba el guitarrista, mayor que la otra ocasión en la
que le vi este mismo año (que ya era de flipar). No bastándole la cantidad de
alcohol en sangre que ya tenía, salió a escena el mítico actor vestido de
cirujano sádico que acompaña a todos los conciertos del grupo para aumentar
dicho porcentaje, vaciando de golpe una lata de cerveza por el gaznate del
guitarrista (que mientras estaba tumbado en el suelo) a través de un embudo con
forma de una calavera con su espina dorsal. Tras esto, el guitarrista se
levantó y vomitó la birra que le acababan de meter en el cuerpo en cuestión de
segundos, y siguió tocando, soleando, y haciendo los coros como si nada,
mientras seguramente estaría viendo doble o triple. Brutal.
Origin es
un grupo, dentro del propio estilo del death metal técnico, para dar de comer aparte.
El torrente de tecnicidad que posee a cada uno de sus integrantes a la hora de
ejecutar un directo repleto de barbaridades como “All things dead”,
“Reciprocal” o “Expulsion of fury” da para alucinar en más colores de los que
somos capaces de percibir. Empezando por el batería, un concentrado y regordete
hombretón que no paraba de hacer la técnica del heel-toe o talón-pie en el bombo (con la que llegaba a velocidades
que rondaban los 300bpm) a la vez que metía blast
beats y redobles que hacían el máximo honor al popular dicho “la mano es
más rápida que la vista”; siguiendo por el guitarra, una especie de máquina de tremolo y sweep picking matemáticamente vertiginosa; el bajista, otro
monstruo que, como se suele decir, hacía lo que quería con el bajo (en el buen
sentido), moviendo los dedos tan rápidamente que parecía que no se movían en
absoluto, y realizando sweeps con una
soltura increíble. Mientras estos señores se mantenían en su esfera de
concentración y virtuosismo el vocalista se encargaba de repartir caña
moviéndose sin cesar, animando al público y soltando unos screams y unos guturales que hacían que se te fuera la olla. Me
agradó que tocasen “Redistribution of filth”, un tema algo más lento pero más
bailongo, con un estilo más alejado de lo que suelen tocar en cuanto
direccionado al hardcore/grindcore, y que en directo ponía la piel de gallina.
Un 10, sin duda, para estos teloneros de Aborted que no tenían nada que
envidiar a los mismos.
Por último, los esperados Aborted salieron a escena con una gran
intensidad y un gran poder de ejecución, lo cual hizo que no decayeran del
grandísimo listón que les habían impuesto Origin. Los belgas venían presentando
su último disco, The Necrotic Manifesto,
que sacaron a la luz este verano, y del cual interpretaron el tema homónimo,
así como “Coffin Upon Coffin” (para el cual contaron con la colaboración en el
micro del vocalista de Exhumed), “The Extripation Agenda” (mi favorito del
álbum) y “Cenobites” (la canción última y más lenta del Necrotic). Cómo no,
también tocaron las canciones que son ya reliquias para el grupo, como “The
Origin Of Disease” y “Fecal Forgery” del Global
Flatline, “Meticulous Invagination” del Goremaggedon:
The Saw And The Carnage Done o “The Holocaust Incarnate” del Ingineering The Dead. El batería
alcanzaba velocidades similares a las de Origin, pero a través de una técnica
distinta al heel-toe, el swivel, popularizado por George Kollias
de Nile. Su precisión era absoluta y los arreglos y breaks de batería que metía
eran, quizá, menos saturados que los de Origin pero más emblemáticos y
rebuscados, lo cual a mí personalmente me moló incluso más. Los guitarras, con
riffs típicos del deathgrind de toda la vida mezclados con otros elementos más
técnicos y de la nueva escuela, se mantenían en su sitio con aire imponente.
Eran el bajista y el vocalista los que contaban con el papel que usualmente se etiqueta
como el de frontman, en cuanto fueron
los que más se movían y de los que más energía transmitieron esa noche. Todo un
directazo de un grupo que, aunque no era de los más antiguos que tocaron esa
noche (ese título corría a cuenta de Exhumed), demostró por qué es uno de los
líderes de la escena del metal extremo actual.
Texto y fotos: Rafael Aritmendi López
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