14 de diciembre de 2014

Crónica de Aborted, Sala Caracol (Madrid), 9/12/2014


https://www.flickr.com/photos/unlimitedrockmagazine/

El evento, puntual, comenzó a las 19:30 con Miasmal, un grupo de death metal al estilo de la vieja escuela. Su sonido fue bastante definido y potente, y, aunque la sala Caracol no estaba aún demasiado llena, tuvieron una buena acogida entre los que llegaron temprano. Sus riffs eran crudos y oscuros, sin demasiada complicación ni ida por las ramas, y la reguliforme estructurización de los temas giraba en torno a compases predecibles de skanks y blast beats. Entretenidos de ver y dignos de telonear grupo que tocaba justo después (nada menos que Exhumed), Miasmal llevaron a cabo un eficiente concierto de media horilla.

Exhumed subió de categoría el nivel de la noche en seguida. La agresividad que desprende este grupo se remonta ya a su primera demo del 92, característicamente deathgrindcoreta, desde la cual han ido emergiendo y consolidando un estilo que hoy en día todavía da que hablar. Sin ir más lejos, el año pasado sacaron a la luz su último álbum, Necrocracy, fiel a su estilo de siempre, que cuenta con muy buenas críticas en el mundillo del metal extremo. Su setlist contó con temas de este disco, como el homónimo “Necrocracy” o “Coins upon the eyes”, así como otras canciones más clásicas como “Decrepit crescendo”, “Limb from limb” o “Torso”. Cabe destacar la acusadísima melopea que llevaba el guitarrista, mayor que la otra ocasión en la que le vi este mismo año (que ya era de flipar). No bastándole la cantidad de alcohol en sangre que ya tenía, salió a escena el mítico actor vestido de cirujano sádico que acompaña a todos los conciertos del grupo para aumentar dicho porcentaje, vaciando de golpe una lata de cerveza por el gaznate del guitarrista (que mientras estaba tumbado en el suelo) a través de un embudo con forma de una calavera con su espina dorsal. Tras esto, el guitarrista se levantó y vomitó la birra que le acababan de meter en el cuerpo en cuestión de segundos, y siguió tocando, soleando, y haciendo los coros como si nada, mientras seguramente estaría viendo doble o triple. Brutal.

Origin es un grupo, dentro del propio estilo del death metal técnico, para dar de comer aparte. El torrente de tecnicidad que posee a cada uno de sus integrantes a la hora de ejecutar un directo repleto de barbaridades como “All things dead”, “Reciprocal” o “Expulsion of fury” da para alucinar en más colores de los que somos capaces de percibir. Empezando por el batería, un concentrado y regordete hombretón que no paraba de hacer la técnica del heel-toe o talón-pie en el bombo (con la que llegaba a velocidades que rondaban los 300bpm) a la vez que metía blast beats y redobles que hacían el máximo honor al popular dicho “la mano es más rápida que la vista”; siguiendo por el guitarra, una especie de máquina de tremolo y sweep picking matemáticamente vertiginosa; el bajista, otro monstruo que, como se suele decir, hacía lo que quería con el bajo (en el buen sentido), moviendo los dedos tan rápidamente que parecía que no se movían en absoluto, y realizando sweeps con una soltura increíble. Mientras estos señores se mantenían en su esfera de concentración y virtuosismo el vocalista se encargaba de repartir caña moviéndose sin cesar, animando al público y soltando unos screams y unos guturales que hacían que se te fuera la olla. Me agradó que tocasen “Redistribution of filth”, un tema algo más lento pero más bailongo, con un estilo más alejado de lo que suelen tocar en cuanto direccionado al hardcore/grindcore, y que en directo ponía la piel de gallina. Un 10, sin duda, para estos teloneros de Aborted que no tenían nada que envidiar a los mismos.

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Por último, los esperados Aborted salieron a escena con una gran intensidad y un gran poder de ejecución, lo cual hizo que no decayeran del grandísimo listón que les habían impuesto Origin. Los belgas venían presentando su último disco, The Necrotic Manifesto, que sacaron a la luz este verano, y del cual interpretaron el tema homónimo, así como “Coffin Upon Coffin” (para el cual contaron con la colaboración en el micro del vocalista de Exhumed), “The Extripation Agenda” (mi favorito del álbum) y “Cenobites” (la canción última y más lenta del Necrotic). Cómo no, también tocaron las canciones que son ya reliquias para el grupo, como “The Origin Of Disease” y “Fecal Forgery” del Global Flatline, “Meticulous Invagination” del Goremaggedon: The Saw And The Carnage Done o “The Holocaust Incarnate” del Ingineering The Dead. El batería alcanzaba velocidades similares a las de Origin, pero a través de una técnica distinta al heel-toe, el swivel, popularizado por George Kollias de Nile. Su precisión era absoluta y los arreglos y breaks de batería que metía eran, quizá, menos saturados que los de Origin pero más emblemáticos y rebuscados, lo cual a mí personalmente me moló incluso más. Los guitarras, con riffs típicos del deathgrind de toda la vida mezclados con otros elementos más técnicos y de la nueva escuela, se mantenían en su sitio con aire imponente. Eran el bajista y el vocalista los que contaban con el papel que usualmente se etiqueta como el de frontman, en cuanto fueron los que más se movían y de los que más energía transmitieron esa noche. Todo un directazo de un grupo que, aunque no era de los más antiguos que tocaron esa noche (ese título corría a cuenta de Exhumed), demostró por qué es uno de los líderes de la escena del metal extremo actual.




Texto y fotos: Rafael Aritmendi López

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