Lunes, tienes que tener
mucho valor para poner un concierto un lunes y en Febrero, con el frío que
hace. Pero claro, no era un concierto cualquiera. Dropkick Murphys, arropados
por The Mahones, Blood or Whiskey y Brian McPherson agotarían entradas en la
sala La Riviera para dar una lección sobre celtic punk a todo el que se
atreviera a acercarse esa noche. Nosotros no pudimos disfrutar de los primeros
tres grupos que actuaban en la gran fiesta y llegamos directamente para ver a
los reyes de la noche.
Lo primero que nos
impresionó fue la cantidad de gente que había en la salida preguntando por
entradas de más, no exagero, eran más de 20 personas buscando entradas como
locos. Esto hizo que nos sintiéramos afortunados y pasamos rápidamente a la
sala. Acababan de terminar de tocar The Mahones y estaban arreglando el
escenario para los Dropkick. La sala estaba llena de gente pero pudimos
deslizarnos hasta el centro de la pista, justo entre las dos grandes columnas
de La Riviera. El ambiente era buenísimo y muy propio para un grupo que toca
Celtic punk. El verde era el color que dominaba la noche, cerveza en mano y ya
estaba todo listo para la fiesta.
Se apagaron las luces y
comenzó a sonar “The Foggy Dew”, esa canción que utiliza la banda a modo de
intro en sus conciertos y que caldea el ambiente de una manera inigualable. Los
gritos, bailes y nervios estaban comenzando a dominar al público cuando por fin
arrancaron con “Out of Our Heads”, canción
de su último disco Signed And Sealed In
Blood. Ya estaba la fiesta en auge y junto con los
bailes, cánticos y una iluminación excepcional siguieron temas como “Citizen
C.I.A.”, “The Gang's All Here”, “The Warrior's Code” y “Prisoner's Song”. La pantalla
trasera que había sobre el escenario mostraba el nombre del grupo coloreado por
una bandera española y se iba transformando en diferentes rótulos con el nombre
del grupo, mezclando también imágenes de Irlanda en los años 30 y Boston,
ciudad de la que proceden.
“Rose Tattoo” también fue muy coreada debido a su
pegadizo y sencillo estribillo. Otra canción muy bien recibida por los fans fue
“Going Out in Style”, la cual marcó
la mitad del concierto dejando al público más que satisfecho por el momento,
pero aún quedaba mucho. “The Outcast”, la
mítica “Johnny, I Hardly Knew Ya”, “Barroom
Hero” y “Boys on the Docks” sonaron una tras otra recorriendo toda la discografía
de la banda. La fiereza de Al Barr sobre las tablas, la destreza de Scruffy
Wallace con la gaita y la presencia de Ken Casey con su bajo hacen que esta
banda sea única. La cercanía que mostraron durante todo el concierto con el
público fue admirable. Desde la pista podíamos ver como no solo el público
disfrutaba de aquello sino la propia banda daba saltos de emoción y transmitía
esa fuerza propia de su música.
“I'm Shipping Up to Boston”
la cual fue berreada al máximo por toda la sala dio paso a un breve descanso
para reabrir con “The Boys Are Back”. Literalmente, los Dropkick Murphys nos
robaron las novias. Era el turno de “Kiss Me, I'm Shitfaced” y todas las chicas en la sala
invadieron el escenario para cantar junto a la banda mientras los chicos nos
pateábamos en la pista descargando adrenalina en forma de empujones y bailoteos
varios. La recta final con “Skinhead on the MBTA” y “If the Kids Are United”
estuvo marcada por la constante invasión del escenario por parte de todo el
público que quiso subir a cantar, bailar e incluso hacerse fotos con la banda
mientras tocaban.
El concierto acabó y
mientras el público bajaba del escenario para reencontrarse con el resto del
personal con el que habían acudido al concierto, Ken Casey, bajó también a
pista y comenzó a firmar las entradas del público, a hacerse fotos con ellos y
vídeos con todo el mundo. En definitiva, el nombre de Dropkick Murphys va
ligado a otra palabra: fiesta. Esperemos que vuelvan pronto por nuestras
tierras y podamos disfrutar una vez más de ellos y con ellos. LET’S GO MURPHYS!
Texto y fotos: Sergio
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