El pasado jueves 26 de marzo
tuvo lugar en la sala Excalibur una importante cita para los aficionados al
grindcore más putrefacto y salvaje. Los grupos reunidos eran los holandeses
Gutalax, de amplio recorrido y reconocimiento internacional; Moñigo, una banda
ya posicionada en el panorama nacional de la escena; y Forenssick, grupo de
grindcore con tintes de death muy prometedor. Scrotovarios, por su parte,
tuvieron que cancelar un día antes su actuación en este festival, debido a
compromisos ineludibles de ciertos miembros de la banda.
Las puertas se abrieron a las 20.00 pasadas, y media hora más tarde iniciaban Forenssick el evento, con una fuerza que por el momento superaba al volumen del perezoso público, del cual todavía se ausentaba más de la mitad. El empuje escénico de este grupo era sin duda capitaneado por el vocalista Juan, cuyos contrastes entre sus afilados agudos y sus profundos guturales daban la impresión auditiva de dos gargantas distintas. Cabe señalar que en esa noche debutaba en Forenssick el guitarrista Álex, excantante y exguitarrista del exgrupo -valga la redundancia del prefijo- de crossover thrash MKR, y sin duda llevó a cabo una ejecución sobresaliente, dando sobradamente la talla en este nuevo estilo en el que se ha sumergido. A su vez, las líneas baterísticas de Will, cargadas de skanks y de blast beats, junto con el valioso uso del bajo de Ángel, contribuyeron al caldeamiento de una sala que se fue llenando a lo largo del concierto. Interpretaron temas de su LP “Control/Corrosion”, el tema “Psicho-Sick” de su venidero EP, y una cover de “Turn Face” de los clásicos Brutal Truth.
Las puertas se abrieron a las 20.00 pasadas, y media hora más tarde iniciaban Forenssick el evento, con una fuerza que por el momento superaba al volumen del perezoso público, del cual todavía se ausentaba más de la mitad. El empuje escénico de este grupo era sin duda capitaneado por el vocalista Juan, cuyos contrastes entre sus afilados agudos y sus profundos guturales daban la impresión auditiva de dos gargantas distintas. Cabe señalar que en esa noche debutaba en Forenssick el guitarrista Álex, excantante y exguitarrista del exgrupo -valga la redundancia del prefijo- de crossover thrash MKR, y sin duda llevó a cabo una ejecución sobresaliente, dando sobradamente la talla en este nuevo estilo en el que se ha sumergido. A su vez, las líneas baterísticas de Will, cargadas de skanks y de blast beats, junto con el valioso uso del bajo de Ángel, contribuyeron al caldeamiento de una sala que se fue llenando a lo largo del concierto. Interpretaron temas de su LP “Control/Corrosion”, el tema “Psicho-Sick” de su venidero EP, y una cover de “Turn Face” de los clásicos Brutal Truth.
Después de un cuarto de hora
de descanso tomaron el relevo Moñigo, un grupo que cuenta con bastante renombre
nacional entre los amantes de la escena grindcoreta debido a sus letras y su
estética ligadas a la coprofagia y la coprofilia, y a la brutalidad con la que
transmiten dicho mensaje. Las baterías programadas, machaconas, apoyaban unos
instrumentistas que se subieron, como es habitual, cubiertos de lo que deduzco
que era Nocilla simulando mierda. El bajista Sergio “Lord de la Trufa”, además,
vestía una especie de bata y un hocico de cerdo de plástico le cubría la cara
mientras blandía el bajo al ritmo de la taladrante batería simulada. Eduarth
“Padre Mierda”, en el centro, se encargaba de soltar intensísimos pig squeals con la misma facilidad con
la que caga un diarreico. Las chirriantes notas que desprendía la guitarra de
Daviti “Flatulenter” colaboraban, junto con los ocasionales coros guturales de
éste, a crear esa atmósfera pútrida que tanto buscan y que tan bien consigue
esta banda de auténtico coprogrind. Fueron destacables las colaboraciones que
tuvieron por parte de, primero, el vocalista de Scrotovarios –se ve que no
estaba dispuesto a quedarse con las ganas de subir al escenario esa noche, y lo
hizo estupendamente- y después de Turri, cantante de Thirteen Bled Promises.
En torno a las 22.30 les
tocó el turno a Gutalax, cuya actuación fue realmente impactante. Independientemente
de lo que a uno le pueda parecer su trabajo en estudio, lo cierto es que esta
banda gana más puntos en vivo que la media; su directo no deja indiferente a
nadie, ya que desatan un espíritu bailongo y obscenamente chistoso. Su estilo,
un grindcore sin complicaciones, directo y transparentemente asentado en sus
raíces de hardcore punk, escandalizó la sala de principio a fin. Sin duda, lo
que más llama la atención de este grupo, tanto en álbum como en directo, es la
“voz” que consigue proferir el encargado del micrófono Maty, que consta de un
sonido parecido al que resultaría del cruce entre el croar de un sapo y la
flatulencia más podrida. Sus movimientos le daban un aire juerguista y gracioso
al concierto, cuyo culmen fue alcanzada con su último tema, una versión de “En la granja de Pepito”. El público,
que ya se había ido calentando a medida que se desarrollaba la noche, llegó a
su máxima actividad con estos cabeza de cartel, dando una despedida digna a tan
divertido evento. Una velada cojonuda.
Texto y fotos: Rafael Aritmendi López
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