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16 de mayo de 2015

Crónica del Viña Rock 2015, Villarrobledo (Albacete), 29 y 30 abril y 1 y 2 mayo


https://www.flickr.com/photos/unlimitedrockmagazine/


Fiesta XX Aniversario

Este año con motivo de la celebración de los 20 años que lleva el Viña Rock dándonos alegrías, la dirección del festival quiso hacer algo especial y por ello organizaron una fiesta de bienvenida por todo lo alto. Grupos como Manu Chao, La Pegatina o Trashtucada sonarían dentro del propio recinto del Viña Rock. La entrada era un verdadero regalo, tan sólo 10 euros en taquilla o podías comprar un pack ahorro teniendo ya el bono del festival.

La fiesta estaba asegurada con un cartel así y es que Manu Chao era un nombre muy grande para no estar en el propio cartel del festival. Los que no pudimos asistir a esa fiesta de presentación lamentamos no tenerle en el cartel y haberlo podido ver. Los que si vieron al cantautor francés lo describen como una fiesta constante, ofreció un concierto muy por encima de las expectativas de muchos y con un sonido inmejorable. También estuvieron ese día los catalanes La Pegatina, otro plato fuerte teniendo en cuenta la cantidad de gente que mueven de su tierra y de más allá. En definitiva la fiesta XX aniversario cumplió con las expectativas de la mayoría y calentó el ambiente de lo que prometía ser un año repleto de historias.

Por otro lado los que no se acercaron al recinto oficial del Viña Rock, pudieron disfrutar los conciertos de Mafalda, Marinah, Vendetta y Mama Ladilla en el ya mítico autobús de Red Bull que se sitúa en el camping oficial del festival. Una alternativa muy suculenta para ese primer día.


Jueves 30 de abril

Por fin partimos hacia Villarrobledo y a eso de las 6 de la tarde nos topamos con el primer control policial a la entrada del pueblo y en el que tenemos que pasar un control de alcoholemia. No sería el último, puesto que nos pararon otras 2 veces más. Esto hizo que llegáramos con un retraso importante a la acampada. Tengo que decir que el Viña Rock no podría realizarse sin la estupenda organización con la que cuenta. Impresiona ver como llegando un día más tarde al festival aún hay gente guiándote en las zonas de parking y haciendo que el tráfico fluya de manera sencilla.

Tras conseguir acampar nos dirigimos a la zona de acreditaciones para recibir los pases de prensa. La zona de acreditaciones está algo alejada del camping pero cuenta con un acceso exclusivo de prensa que facilita muchísimo nuestra labor por lo que podemos dar un punto más a los organizadores de este evento. Una marea de gente bajaba por la gran cuesta de la Avenida Miguel de Cervantes y es que acababan de terminar de tocar los bosnios Dubioza Kolektiv. Grandísimo concierto debieron ofrecer por la cantidad de comentarios positivos que pudimos escuchar de camino al recinto.

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Nuestro primer concierto sería el de los californianos Lagwagon, y ¡qué manera de empezar! Arrolladores de principio a fin descargando el mejor punk rock sobre nuestras cabezas. Ya estábamos dentro, ya estábamos sintiendo el Viña en nuestras carnes. Era de noche y además una noche despejada, sin embargo, pronto comenzaría a levantarse algo de viento… El escenario Poliakov presentaba unas luces inquietantes era el momento del speed, el thrash y el big bang. Gigatron hicieron que el público se armara con un arsenal de hachas y a ritmo de heavy metal del bueno su público coreó hasta la última de sus canciones.


No nos queríamos perder nada, así que nos dirigimos al escenario Negrita donde tocaban Che Sudaka y de este modo pudimos sentir un poco esa música de Manu Chao que tanto nos habría gustado poder ver. Si lo que te gusta es bailar sea quién sea, quienes estén en el escenario, este es tu grupo, la auténtica fiesta, el reggae, la rumba, el ska, el rap e incluso el punk se mezclaron en el escenario. Después de esta última actuación nadie podía quitarnos la sonrisa de la cara.

El recinto estaba nuevamente abarrotado y es que a nadie le gusta perderse un concierto de Boikot. Veteranos sobre los escenarios de este gran festival, este año contaban con 1 hora y media de actuación en la que no hubo una sola persona que no cantase “Inés”, “Amaneció” o “Cualquier día” entre muchas otras. Destacable el enorme pogo que se montó en “Bubamara”. Grandioso como pocos. El viento sin embargo fastidió el sonido en ciertos momentos de la actuación pero eso no hizo que los ánimos decayeran. Sabíamos a lo que veníamos y Boikot lo dieron todo un año más.

La Vela Puerca, la banda uruguaya con toques de reggae y ska y con una enorme base de hard rock, dieron un concierto asombroso, demostrando que su sonido era único y que pocos grupos tienen un directo tan limpio y tan escuchable por un público tan diverso como el que se presenta en este festival. Amantes del reggae, el ska y el rock en su mayoría bailaron juntos durante esa mágica noche.

Nosotros nos dirigimos al camping a descansar, el cansancio del viaje era grande pero aprovechamos el camino de vuelta para disfrutar de una buena cena dentro del recinto. La zona de restauración ofrece mucha diversidad de alimentos a precios muy asequibles, la mayoría no necesita de tickets oficiales del festival. Las bebidas en cambio sí. Se presentó una noche tranquila, pese a la cantidad de gente que hay en el festival nunca hemos tenido problemas para dormir en este tipo de acampadas, además, por suerte, el día no amaneció con un sol radiante por lo que la sombra a primeras horas de la mañana nos permitió dormir hasta la hora del aperitivo.


Viernes 1 de mayo

Despertamos en el camping y gozamos de un airecito muy bueno que permitió que pudiéramos disfrutar de la comida en el camping con amigos, sin necesidad de un toldo para evitar el sol, eso sí, fundamental la crema para sobrevivir a un Viña caluroso. Visitamos las duchas oficiales del camping pero estaban repletas de gente por lo que optamos por entrar en una de las casas que rodean el camping y que ofrecen servicios de comida, bebida, duchas, recarga de móviles o uso de baños. El que quiere disfrutar de buena higiene y comodidad en el Viña puede conseguirlo.

Esta jornada pisamos el recinto del festival bastante temprano puesto que no queríamos perdernos la actuación de Sínkope a las 17:30. Llegamos antes de tiempo y pudimos ver unos minutos de la actuación de Miguel Campello que era el encargado de abrir la jornada ese día. El bicho tenía al público bajo sus pies, una cantidad más que grande de personas fueron a bailar con su concierto, teniendo en cuenta que era una actuación muy temprana y que hacía un calor sofocante.

Nos quedamos también con ganas de ver más tiempo a los asturianos Desakato, que ofrecieron un directo intenso el poco tiempo que pudimos verles. Nos comprometemos a realizar una crónica en condiciones la próxima vez que veamos a este grupo porque prometen convertirse en algo muy grande. Para la actuación de Sínkope ya estaba complicado conseguir sitio en las primeras filas a 10 minutos de comenzar la actuación. Muy en su línea los extremeños dieron una lección de lo que es el rock poeta que tan escaso es en estos tiempos. Temas como “El carro de la vida” o “Romance de la luna gitana y el sol poeta” fueron muy bien recibidos. Un gran concierto que cerraron con el coreadísimo himno “En tarros de miel”.

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Nos quedamos tan sólo un rato más despidiéndonos de ellos porque rápidamente comenzaban The Toasters en el escenario Negrita. Para el que no los conociera se trata de una banda mítica americana de ska que cuenta ya con nueve trabajos de estudio en su carrera. Tuvieron un sonido excelente pero la propuesta de ska a esas horas de la tarde no nos convenció demasiado, hubiésemos preferido que tocaran entrada ya la noche y poder bailar a gusto sin deshidratarnos. Pese a eso ofrecieron una actuación muy correcta con unas trompetas que disfrutaron los más movidos entre el público.

Nos dirigimos al camping para coger algo de fuerzas para lo que se avecinaba esa noche…Y ahora quiero lanzar una pregunta: ¿Existe realmente la calidad musical? Podríamos estar discutiendo durante horas, mi opinión es que no existe puesto que es subjetiva y no es medible pero si pudiera medirse de algún modo, los escalofríos serían un claro indicativo de que ahí hay calidad.

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Los reyes de los escalofríos de esta edición del Viña Rock fueron los navarros Bocanada. No os imagináis como estaba el ambiente en el escenario Delicious Seeds a las 22:45 de la noche pero para eso estamos nosotros, para contároslo. Era complicado acceder a las primeras filas pero lo conseguimos. Desde que arrancaron hasta que terminaron fueron un maldito cañón, una apisonadora, nos volaron los sesos con rock poeta de verdad, del bueno, del que recuerda a los comienzos de Marea, a Extremoduro, a Sínkope, a bandas con las que hemos crecido pero con un toque que los convierte en los jodidos Motörhead nacionales.

Se trataba del final de la gira de presentación de “El sino de la herida”, el tercer álbum de la banda y que cuenta con un arsenal de temas brillantes, algo más animado que su anterior trabajo e igual de impactante que su álbum debut. Era la primera vez que tocaban en el Viña Rock pero parecían sentirse como en casa, y no era de extrañar, el público estaba más animado que en ningún otro concierto que pudimos ver. De quedarnos con un momento clave nos quedaríamos con el sonido del público gritando una y otra vez el nombre de la banda mientras que estos lo agradecieron de manera muy sincera (sus caras no podían mentir a nadie). El temazo que dejó a todos de piedra, “Mala hierba”, que ya es un clásico de la banda o por lo menos lo lleva siendo las otras 4 veces que hemos podido verles en 3 años. Esperemos que en unos años vuelvan a estar sobre los escenarios y que no nos hagan impacientarnos demasiado. Gracias Bocanada. De camino al escenario Coolway seguíamos escuchando las palabras de emoción y sorpresa que el público dirigía a la banda navarra. Los que aún no los conocían los conocieron muy bien esa noche.

The Original Wailers fue el primer grupo que pudimos escuchar en el escenario Coolway, dedicado principalmente a los conciertos de reggae. Era prácticamente imposible acceder a una zona cercana al escenario por lo que tuvimos que contentarnos con escuchar de fondo temas legendarios como “Jammin” o “Buffalo soldier” que sonaron como si el mismísimo Bob Marley estuviera sobre las tablas. Los rastafaris inundaron las inmediaciones del escenario Coolway y pudimos observar la estupenda atracción que se situaba junto a este escenario. Un enorme tobogán de goma por el que la gente se deslizaba con la ayuda de un donuts de plástico. Otra atracción más para hacer del Viña Rock un lugar único.

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Era el turno de La Pulquería sobre el escenario Negrita. De camino al escenario encontramos gente disfrazada de luchador de lucha libre a lo Rey Misterio y con máscaras de calaveras mexicanas. Los valencianos nos hicieron vibrar con su Hard-Mariachi, dando de beber tequila al público y tirando confeti a ritmo de ska, otro concierto más y de los más fiesteros. El último del día para nosotros serían los sevillanos Reincidentes que demostraron que estaban en perfecta forma. Un concierto muy disfrutable tanto para los fans de toda la vida como para los despistados que pasaron a mirar. Si te gusta el rock callejero, te gustan Reincidentes. Con “Dolores” nos fuimos a la cama. Dolor de pies por la cantidad de horas de conciertos y dolor de pena puesto que ya sólo nos quedaba un día de festival. Que rápido pasa el tiempo cuando uno lo pasa bien.


Sábado 2 de mayo

El sábado amanecemos con un día muy caluroso y con un cielo despejado al máximo lo que nos obliga a pasar la mañana en una pequeña placita entre las casas cercanas al camping y que nos ofrecen sombra. Nos socializamos y conocemos el llamado anti-viña, esa gente que acude a Villarrobledo sin bono del festival pero que lo vive con una intensidad admirable. Compramos souvenirs por los puestos que se sitúan en la avenida principal y escuchamos acordes de guitarras españolas que resuenan por el camping y que hacen sonar versiones de canciones que todos conocemos. Comemos una estupenda paella hecha por los lugareños y tras un breve descanso nos dirigimos al recinto para afrontar el último día de festival.

Iratxo abriría la jornada con su estilo personal y arropado por una banda que hizo que la tarde fuese mágica. Hace años pudimos verles sobre el autobús de Red Bull en la fiesta de presentación del Viña. Por aquel entonces agradecimos que tocara de noche por la cantidad de bailes que nos pegamos, sin embargo esta vez tuvimos que verle con un sol y un calor que por momentos se volvía incómodo. Esperamos poder verle más a menudo por el festival y a una hora más tardía. Los temas de Iratxo están marcados por letras que enamoran, con una voz muy reconocible y poco imitable. Pese al calor, su público habitual disfrutamos como niños y los que no le conocían se llevaron una grata impresión. Lo bueno de tocar a horas tempranas es que el público se encuentra con más fuerzas que nunca y eso se notó. Corearon los temas del primero al último. En definitiva, fue un concierto digno de ver.

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El siguiente concierto que no quisimos perdernos fue el de Juantxo Skalari y su Rude Band. El ska más puro resonó por todo el recinto, con un público entusiasmado que recordó los temas de la antigua banda de Juantxo, los míticos Skalariak. “Despídeme” o “Skalari Rude Club” fueron los temas que más encandilaron al público. Bailoteos por doquier e himnos se juntaban en la última jornada de este enorme festival. Con las últimas notas de la leyenda viva Kiko Veneno nos fuimos acercando al escenario Zhem para disfrutar del concierto de El Drogas.

Teniendo a Brigi Duque a la batería no podemos definirlo con una palabra mejor que “mastodóntico”, así fue el concierto. Comenzaron presentando temas de su último trabajo alternando algún tema de Barricada que encendía al público como nunca. La destreza de la banda con la que se ha rodeado El Drogas es sublime, un sonido nítido y compacto que te hace sentir lo que es  el rock más crudo en tus arterias. “Azulejo frío” sonó para no dejar frío a nadie, sino todo lo contrario, el público reclamaba más himnos, que para eso habían venido y la banda los descargó uno tras otro. “Victima” fue el tema mejor recibido junto con “No hay tregua” que el público cantó prácticamente a capela. No pudimos evitar perder alguna lagrimilla aquellos que hemos disfrutado con Barricada tantísimos años.

Canteca de Macao siempre han ofrecido un espectáculo único, sin embargo, el regusto que dejó a su público más fiel no fue del todo agradable. La falta de ese precioso espectáculo que rodea a la banda se hizo notar. Los temas habían perdido su magia, eso que los hace tan increíbles en directo. Además el sonido era muy bajo pudiendo escuchar a Non Servium de fondo desde la pista. Desconocemos los motivos que condicionaron esta actuación y esperamos que sólo fuera un bache. Canteca siempre han sido muy grandes y lo seguirán siendo.

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Aprovechamos el acceso a foso para dirigirnos rápidamente al escenario Poliakov en el que tocaban los cañeros Non Servium. Un público más que volcado, punk/oi! cañero, sonido brutal. Eso es lo que encontramos en Poliakov normalmente, pero con Non Servium lo encontramos multiplicado por mil. Si tuviéramos una banda, nos gustaría que sonara como suenan ellos, transmitir como transmiten y provocar esa locura entre el público. Una actuación brillante, sin más. Esperamos repetir pronto.

A continuación, nos dirigimos al escenario Coolway en el que tocaba Morodo. Dejando atrás la actuación despedida de Los Suaves a los cuales hemos podido ver mil veces y veremos pronto en otro festival antes de que den por finalizada su carrera. Tras el concierto de estos últimos no oímos muy buenas opiniones de lo que se vivió allí. Más bien al contrario. La voz de Yosi en las últimas y dificultando la actuación de la banda que sí sonaron bien. En fin, una pena. Morodo sin embargo nos sorprendió desde el segundo uno ya que el escenario se encontraba abarrotadísimo de gente. Temazos como “Babilonia” o “Felicidad” (en la que colaboró el rapero Shotta para sorpresa del público), sonaron por todo lo alto en el escenario Coolway. Y es que Morodo venía acompañado por Okoumé Lions banda formada por ex miembros de Gregtown como IRipoll (teclados) o Bratt (Guitarra) que hicieron que el público se sintiera inmerso en un aura reggae sin parangón.

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Después de la fiesta reggae nos dirigimos a la zona de los escenarios principales en donde tocarían La Raiz. Se trataba de un concierto muy esperado y se notó rápido, el recinto estaba lleno al completo. Nosotros, sin embargo, nos dirigimos al escenario Poliakov donde tocaban la banda de heavy metal asturiana más conocida en nuestro país, Warcry. La voz de Víctor García es espectacular y siempre lo diremos, es el mejor cantante de heavy metal de toda España y en el Viña lo demostró una vez más. “Devorando el corazón” fue el tema estrella de la noche, haciendo que nos olvidáramos del concierto de La Raíz que acontecía en el escenario Negrita.

Pudimos escuchar el final del concierto de Narco que terminó de calentar el ambiente antes del concierto que cerraría el festival: Los Chichos. Se habló mucho de la incursión de esta banda en el cartel pues nunca antes habían tenido una banda por el estilo y para nosotros fue un rotundo acierto. Cerraron con fiesta, con alegría, con jaleo, lo que es en definitiva el festival y ellos fueron los mayores representantes de ello. Allí estábamos todos: rockeros, heavys, punks, rastas, raperos y rumberos bailando flamenco “inventao”.

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Ya solo queda despedirnos un año más del Viña que tantas alegrías nos da cada puente de Mayo. 20 años, se dice pronto…






Texto y fotos: Sergio de la Torre Gómez

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