Un año más, nos decidimos pasarnos por uno de los
festivales más tochos de metal de Europa, el Hellfest, que esta vez caía en los
días 19, 20 y 21 de junio. El cartel prometía, teniendo a los veteranos
Scorpions, Judas Priest, ZZ Top, Slipknot, y un largo etcétera que también
incluía un selecto conjunto de la categoría más underground y emergente.
Además, este año se habían hecho ciertos cambios que han contribuido a la mejora de este festival, como la introducción de duchas públicas aparte de las privadas, el incremento del número de baños públicos, los numeritos como los de los fuegos artificiales o de malabaristas, la instalación de pantallas en los escenarios secundarios, zonas de ocio (como un mini-skatepark), más bares y puestos de agua (de los cuales sobresalían tubos que expulsaban bolas de fuego y humo de colores cada dos por tres), más zonas habilitadas para discapacitados, y una renovación estética que se prevalecía por todas partes. Sin embargo, la mala noticia con respecto a nosotros los medios fue la imposibilidad de fotografiar a los grupos más grandes del festival, en comparación con el año pasado, cuando sí que era posible obtener pases especiales para ello.
Nos movimos al escenario Warzone para ver a los Despise You, un grupo que combinaba una música predominantemente Grindcore con otros estilos más lentos como el Sludge. Lo que más me llamó la atención fue el dúo vocalista, compuesto por un chico y una chica que gritaban a lo punk, cuyo contraste de voz le daba al grupo un toque único. El batería también me impresionó, con la facilidad con la que se desenvolvía en los bruscos cambios de tempo que se sucedían continuamente. Moló.
Después, vimos a Truckfighters, un grupo de Stoner que musicalmente me pareció de los más originales del festival. La potencia con la que se movía el guitarrista, que no paraba quieto, carece de adjetivos adecuados: cualquiera que le viera diría que se había bebido un cóctel de todas las drogas estimulantes habidas y por haber, ¡puro nervio! En cuanto al bajista/cantante, una ejecución de diez, así como el batera, que siempre me había parecido que tenía mucho groove y estilo tocando, y así lo confirmó en directo.
Le tocaba a Motörhead pisar el escenario. Al viejo Lemmy se le escuchaba un poco baja la voz, pero en conjunto sonaban muy decentes. Campbell, con su característica pose desinteresada e indolente, atizaba a la guitarra de esa forma tan suya, mientras Mikkey Dee aporreaba con fuerza su batería. Qué cabría comentar sobre este grupo además de que han estado, están y espero que estén presentes durante mucho más tiempo en la escena rockera y metalera. A pesar de que se les va notando la edad (entre otras cosas, ahora Dee hace su clásico solo más lento), son una referencia, y siempre es placentero verles sobre las tablas.
Judas Priest contaron con el mejor sonido de este primer día. Tenía algo de miedo por cómo pudiera sonar la voz de Halford, pues ya le vi hace años y sus cuerdas vocales flaqueaban mucho por aquel entonces; pues no, lo hizo de miedo. El guitarra que sustituía a KK Downing era todo un virtuoso y se movía muy enfáticamente, cantando sin micrófono todas las canciones mientras las tocaba. El grupo en conjunto sonó de maravilla, y reliquias como “Breaking the law”, “Painkiller” o “Living after midnight” retumbaron, perfectas, por todo casi todo el recinto. No pude, aun así, evitar pasarme por el Altar para llegar justo a tiempo de ver a Meshuggah tocar temazos como “Bleed”. Lo que más me enamoró del directo de éstos, además de su perfecta ejecución conjunta, fue el manejo de las luces por parte de su técnico, las cuales coincidían con cada golpe de batería, con cada muteado de guitarra, cosa que me deslumbró.
Además, este año se habían hecho ciertos cambios que han contribuido a la mejora de este festival, como la introducción de duchas públicas aparte de las privadas, el incremento del número de baños públicos, los numeritos como los de los fuegos artificiales o de malabaristas, la instalación de pantallas en los escenarios secundarios, zonas de ocio (como un mini-skatepark), más bares y puestos de agua (de los cuales sobresalían tubos que expulsaban bolas de fuego y humo de colores cada dos por tres), más zonas habilitadas para discapacitados, y una renovación estética que se prevalecía por todas partes. Sin embargo, la mala noticia con respecto a nosotros los medios fue la imposibilidad de fotografiar a los grupos más grandes del festival, en comparación con el año pasado, cuando sí que era posible obtener pases especiales para ello.
El primer grupo a cuyo directo asistimos el viernes fue The Midnight Ghost Train, un grupo de
Stoner/Southern de estilo descaradamente potente y pesado. El único guitarrista
y cantante era sin duda el que más energía desprendía, moviéndose y
gesticulando como si fuera multiorgásmico. El sonido, desgraciadamente, estaba
muy saturado de graves y apenas se entendía nada, ni siquiera la voz. Aun así
lograron despertar al público, compensando el sonido con mucho movimiento.
Nos movimos al escenario Warzone para ver a los Despise You, un grupo que combinaba una música predominantemente Grindcore con otros estilos más lentos como el Sludge. Lo que más me llamó la atención fue el dúo vocalista, compuesto por un chico y una chica que gritaban a lo punk, cuyo contraste de voz le daba al grupo un toque único. El batería también me impresionó, con la facilidad con la que se desenvolvía en los bruscos cambios de tempo que se sucedían continuamente. Moló.
Tocaba relajar el sistema nervioso y dejar la mente
flotar con la música de Samsara Blues
Experiment, un grupo de Stoner/Psicodelia cuyos riffs le hacían a uno
moverse como una mecedora. El guitarrista, con su amplia ristra de pedales de
efectos, le sacaba a su instrumento unos sonidos espaciales y ambientales realmente
agradables al oído, perfectamente acompañados por las graves frecuencias del
bajo. Me rayó un poco el batería, cuyos breaks, además de ser leves variaciones
de un único patrón que repetía todo el rato, se salían de tempo en ocasiones.
Por lo demás, un gran concierto.
Después, vimos a Truckfighters, un grupo de Stoner que musicalmente me pareció de los más originales del festival. La potencia con la que se movía el guitarrista, que no paraba quieto, carece de adjetivos adecuados: cualquiera que le viera diría que se había bebido un cóctel de todas las drogas estimulantes habidas y por haber, ¡puro nervio! En cuanto al bajista/cantante, una ejecución de diez, así como el batera, que siempre me había parecido que tenía mucho groove y estilo tocando, y así lo confirmó en directo.
Más tarde, después de comer, nos fuimos al concierto que
daba Orchid. La forma fácil de
definir la línea musical de este grupo es llamarlos Black Sabbath II. La voz,
las guitarras, el sonido, y hasta el rostro del propio cantante (un poco
reminiscente de Ozzy) me recordaban al mítico cuarteto. También es mencionable
el hecho de que Orchid se apoyan en una influencia más Stoner, por así decirlo,
lo cual le da cierta originalidad. Grupo muy recomendable para aficionados a la
vieja escuela que busquen grupos actuales que mantengan esa vena con calidad y
decisión.
Tras acudir a la rueda de prensa de Billy Idol, en la que poco menos que nos contó su vida (ha sacado a
la luz su autobiografía recientemente), nos dirigimos al concierto del mismo. La
voz se veía un poco perjudicada en cuanto a fuerza y duración se refiere, pero
no entonaba nada mal. Tocó temazos ineludibles como “Rebel Yell”, que casi
cantó más fuerte el público que él mismo (así le ofrecía de insistentemente el
micrófono), pero qué puedo decir... su actual aspecto de momia habla por sí
solo. Verle brincando risueñamente ya era bastante pedir.
Después me decidí por una acción algo inusual, a la que
sin embargo me veía obligado. Tocaban a la vez Sodom, Dying Fetus y High On
Fire, durante los mismos 45 minutos. Como quería ver a los tres, asistí un
cuarto de hora a cada uno, correspondientemente. Sodom estuvieron como siempre, con el Angelripper desgarrándose las
cuerdas vocales con sus característicos berridos (de los más conseguidos en la
escena del Thrash, en mi opinión), con el guitarrista tocando su fardona Jackson
de camuflaje, y con un batera nuevo que no me gustó, a diferencia de los otros
dos músicos. Dying Fetus, con su
Technical Death Metal con fuertes influencias grindcoretas, tuvo un sonido
increíblemente definido, que dejaba captar a la perfección la depurada técnica
con la que cuenta cada uno de los integrantes del grupo (esta vez, fueron los
que más disfruté de los tres grupos coincidentes). Por su parte, a High On Fire nunca les había visto, y
lo cierto es que me agradaron bastante. Tocaron el que para mí es uno de sus
mayores temazos, “Snakes for the divine”, junto con otras cancionzacas como
“Bagdag” o “Fireplace”. Dieron más de lo que me esperaba.
Le tocaba a Motörhead pisar el escenario. Al viejo Lemmy se le escuchaba un poco baja la voz, pero en conjunto sonaban muy decentes. Campbell, con su característica pose desinteresada e indolente, atizaba a la guitarra de esa forma tan suya, mientras Mikkey Dee aporreaba con fuerza su batería. Qué cabría comentar sobre este grupo además de que han estado, están y espero que estén presentes durante mucho más tiempo en la escena rockera y metalera. A pesar de que se les va notando la edad (entre otras cosas, ahora Dee hace su clásico solo más lento), son una referencia, y siempre es placentero verles sobre las tablas.
Cinco minutos después abría, en el escenario de al lado, Lamb Of God, un grupo que tenía
pendiente ver desde hace mucho. Randy Blythe es una bestia en el escenario, no
cesa de moverse, y su voz es una animalada. Para quien no lo supiese (yo no,
hasta que le vi), y por añadir algo de salsarroseo, el Willie Adler se ha
cortado el pelo, siendo el único ahora en la banda que lleva el pelo corto y
que no tiene barba. Morton y él son unos máquinas y tienen una ejecución muy
buena, y sus movimientos moderados y tranquilos encajan bien con el culo
inquieto que es Randy. Chris Adler fue quizá el que menos me encandiló, para mi
sorpresa, tanto por la afinación del bombo con respecto a los toms, que hacía
que sus clásicos fraseos lineales sonaran flojos en esa batería, como por su
ejecución con el doble pedal, que a veces era un poco guarra. Por su parte los
pogos que se desataron en Lamb Of God fueron los más brutales que vi en el
festival.
La puesta en escena de Alice Cooper fue apoteósica. Además de sus continuos cambios de
vestuario, tenía verdaderas escenas de teatro preparadas para interpretarse
entre y en medio de las canciones, incorporando para ello una actriz y
numerosos decorados. Fue todo un efecto visual, a pesar de que nunca me había
llamado demasiado la atención como músico. Su voz me sonaba algo depotenciada,
pero lo teatrero que es este señor en directo contrarrestó ese hecho.
El concierto de Five
Finger Death Punch tuvo lugar cuando ya estaba cayendo la noche y el
público empezaba a ser gigantesco. La voz del cantante me pareció muy buena en
los melódicos y no tanto en los gritos rasgados, aunque no lo hacía mal del
todo. El guitarrista de las rastas era un salvaje moviéndose, y su energía era
contagiosa; el solista, que llevaba una cresta y los lados de la cabeza rojos,
era más quieto, pero sus solos salvaban ese aspecto. Lo mejor del concierto
para mí fue el hecho de que, desde el segundo o el tercer tema, el cantante
pidió al técnico del foco de luz que lo apagara porque según él “le estaba
dejando ciego”, pero el técnico no le hacía ni caso y eso hacía que el
vocalista se fuera cabreando cada vez más, hasta llegar incluso a amenazarle.
En una de las quejas del cantante el foco se apagó. “Thank god”, dijo. Al
instante, se lo volvieron a enchufar en toda la cara. Ante lo cual, el
vocalista le señaló y dijo que el siguiente tema era perfecto para la
situación: “Burn motherfucker burn”. Sencillamente tronchante.
Judas Priest contaron con el mejor sonido de este primer día. Tenía algo de miedo por cómo pudiera sonar la voz de Halford, pues ya le vi hace años y sus cuerdas vocales flaqueaban mucho por aquel entonces; pues no, lo hizo de miedo. El guitarra que sustituía a KK Downing era todo un virtuoso y se movía muy enfáticamente, cantando sin micrófono todas las canciones mientras las tocaba. El grupo en conjunto sonó de maravilla, y reliquias como “Breaking the law”, “Painkiller” o “Living after midnight” retumbaron, perfectas, por todo casi todo el recinto. No pude, aun así, evitar pasarme por el Altar para llegar justo a tiempo de ver a Meshuggah tocar temazos como “Bleed”. Lo que más me enamoró del directo de éstos, además de su perfecta ejecución conjunta, fue el manejo de las luces por parte de su técnico, las cuales coincidían con cada golpe de batería, con cada muteado de guitarra, cosa que me deslumbró.
Reconozco que Slipknot,
aunque musicalmente nunca me hayan convencido, se hicieron merecer su puesto
como cabezas de cartel. La puesta en escena, con las plataformas de percusión
giratorias móviles a los lados, los disfraces (en especial el de Corey Taylor,
cuya careta recordaba a la de la peli Saw), la ejecución (el nuevo batería no
tiene nada que envidiar a Jordison, lo hace igual o mejor)… En fin, me
impactaron, lo cual demuestra que, al margen de mis diferencias musicales con
respecto a ellos, son un grupazo.
Texto: Rafael Aritmendi López
Fotos: Rubén Fivvecore
Texto: Rafael Aritmendi López
Fotos: Rubén Fivvecore
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